KEIJI HAINO

AIHIYO UNTITLED (1998, TOKUMA JAPAN COMMUNICATIONS)

Hoy parece un buen dia para comenzar una bonita amistad. Y lo hago con uno de los grupos paralelos que tenia Haino junto a Ikuro Takahashi (bateria) y Masami Kawaguchi (bajo), estos dos ultimos forman en la actualidad parte de uno de los mejores grupos de Psych-folk japones de los ultimos tiempos, LSD-March. Ademas Takahashi fue el ultimo bateria del grupo mas incendiario de directo que ha dado la historia japonesa, Fushitsusha. Que mas se puede pedir!

Aihiyo se distancia del concepto de grupo empleado por Haino en Fushitsusha, aqui los temas se articulan como canciones clasicas, a diferencia de la tormenta sonica de su primer grupo. Pero no deja de ser una autentica obra maestra, por aqui desfila parte de la historia del rock, Haino se las apaña para dotar al disco de todo lo que entendemos por calidad, ritmo, emocion, visceralidad...

“El club es un pozo de oscuridad, un lugar claustrofóbico y denso con antelación. Un foco se proyecta sobre el centro de un escenario desnudo. Lentamente, como un devoto hacia el altar que él mismo ha construido, un hombre se acerca, penetra en el charco de luz. Viste de negro. Todo negro. Una camiseta de manga larga, pantalones, botas con la punta afilada, unos cuantos anillos ostentosos adornan sus dedos; una especie de collar le rodea el cuello. Su rostro permanece oculto tras un flequillo largo y denso, una cortina de pelo cayendo casi hasta el estómago y unas enormes gafas de sol. Sostiene una guitarra completamente negra, con ambos brazos la sujeta dando la impresión de que pesa demasiado. El muro de amplificadores tras él sisea igual que la respiración de un dragón, anunciando al público familiarizado lo que ya sabe: cuando la música suene será a un volumen terriblemente alto. Se ponen tapones en los oídos y esperan. Se oye un estrepitoso cruido en el momento en el que el japonés de apariencia frágil conecta el cable a la guitarra. Nadie habla. Sin mirar al público, Keiji Haino levanta la mano y golpea la guitarra, casi una caricia tras la cual el Apocalipsis se cierne sobre la multitud, sobre el club, sobre la atmósfera de un lugar árido y pequeño". Phil Freeman