Tuesday, October 16, 2007

LA CALLE SUENA

Madrid, aunque les pese a quienes la gobiernan, es un organismo vivo y complejo, que responde cada día más a iniciativas no gubernamentales. Estos proyectos escapan de lo académico e intentan ilustrar una vivencia de la ciudad mas participativa, donde transformar el entorno se convierte en una obligación, una manera de actuar que nos sitúa y nos posiciona. En palabras del pensador francés Guy Debord "la ciudad se tendría que experimentar, no como un lugar homogéneo, sino como un medio ambiental de posibles trayectorias".

El paisaje sonoro es uno de los elementos que forman parte del ecosistema que habitamos, un lugar invisible e inmaterial que nos rodea; la actuación que sobre él ejercemos a diario es algo que debemos reivindicar. Fue Murray Schafer, compositor y principal defensor de la ecología acústica, quien a comienzos de los setenta empezó a alertarnos sobre la globalización sonora y su forma de homogeneizar el ruido. El resultado ha sido un impacto sobre nuestra calidad de vida y entorno, una uniformidad que cada vez está más establecida y que no deja vías de intervención. Será fácil comprobarlo estos días: las acciones que tendrán como objeto modificar nuestro hábitat serán entendidas por quienes salvaguardan el orden como algo peligroso porque implicarán cambiar nuestros hábitos comunes.

Durante la próxima semana, entre los días 16 y 20 de octubre, podremos ser participes de acciones que pretenden intervenir en nuestro ecosistema sonoro, provocando una hibridación de sonidos, ruidos y acciones que nos hará replantearnos una nueva acústica para una ciudad que necesita nuevas vías. La diseñadora de situaciones Verónica Pérez Pérez y el artista sonoro Enrique Tomás serán quienes modifiquen semáforos en el centro de Madrid (día 16 a las 18h), den un concierto móvil junto con el grupo au entre Callao y Plaza de España (día 17 a las 18h), intervengan en el paisaje sonoro de la calle del Conde (día 18 a las 21h), hagan sonar las calles lanzando altavoces en el barrio de Malasaña (día 19 a las 18h) o conviertan la salida del metro de Retiro en un embarcadero (día 21 a las 12h).

Porque el sonido, es una manera de hacer política, de defender nuestros derechos. Han sido multitud de artistas los que han tomado el espacio público y se han hecho oír de una manera que reclama un lugar en algo que cada día parece menos nuestro: la calle. Desde las acciones que, violín en mano, Milan Knizak llevo a cabo, provocando el caos en las avenidas sin vida de la Praga comunista, hasta los paseos sonoros de Hildegard Westerkamp en Delhi o las acciones, piano amplificado mediante, de Ars Herejé en la procesión del Jueves Santo en Madrid. Esta forma local de mediar en el espacio intangible de la ciudad es lo que hace que nuestro entorno sea más valioso y heterogéneo. Participar de esta alteración del paisaje es algo que nos corresponde como modélicos flâneurs.

1 comment:

BUDOKAN said...

Qué buena forma de concientización la que propones de darnos cuenta del poder del sonido. Me ha gustado este post.Saludos!