Thursday, May 03, 2007

ULRICH SEIDL



DOCUMENTA MADRID

ZUR LAGE: ÖSTERREICH IN SECHS KAPITELN - Jueves 10 16:00
GOOD NEWS. VON KOLPORTEUREN, TOTEN - Jueves 10 22:45
DER BALL - Viernes 11 18:45
DIE LETZTEN MÄNNER - Viernes 11 18:45
MIT VERLUST IST ZU RECHNER - Viernes 11 22:45
SPASS OHNE GRENZEN - Sabado 12 16:00
BILDER EINER AUSSTELLUNG - Sabado 12 16:00
JESUS, DU WEISST - Sabado 12 20:30
MODELS - Sabado 12 22:45
EINSVIERZIG - Domingo 13 18:45
DER BUSENFREUND - Domingo 13 18:45
BRÜDER, LASST UNS LUSTIG SEIN - Domingo 13 20:30
TIERISCHE LIEBE - Domingo 13 20:30

Todas las peliculas se proyectaran en el Circulo de Bellas Artes

"Como hijo de su tiempo, Seidl hace cine con cucharas de plástico, con los objetos que le ofrece su entorno, con los detritus de la sociedad en la que vive. Como nieto de la Viena de Wittgenstein, en cambio, plantea ese intercambio como un intento de hacer hablar a las cosas que no entiende, como una recuperación lingüística que a veces no puede ser posible, de ahí la terrible distancia entre el autor y su película en Tierische Liebe o Hundstage, y en otras ocasiones si surte efecto, produciéndose el milagro de la resurrección, de la redención de esas imágenes que se agitan en la pantalla, de ahí la empatia con Rene y Karl en Der Bussenfreund y Die Letze Manner" Carlos Losilla

8 comments:

Anonymous said...

La corrección política y el exceso de buenas maneras han desterrado del lenguaje cotidiano algunos términos sin los cuales el cine -pero también la literatura, o la pintura- no podrán sobrevivir: entre ellos el radicalismo, el extremismo. ¿Por qué no ser radicales? ¿Por qué no poner al espectador contra las cuerdas del sentido, de sus límites? ¿Por qué no aniquilar todas sus certezas para salvaguardar la excitación de la búsqueda constante? Ya no es tiempo de hacer arte, sino de convertirlo en acción política a través de lo más íntimo: nuestra percepción del mundo influye indefectiblemente en lo que pensamos de él, y por eso más vale el vacío que una imagen acomodaticia, porque siempre es mejor arriesgarse a conocer lo malo que quedarse con un falso saber impuesto.

Hay un hombre en España...

Anonymous said...

pues vi "Hundstage" y me dio bastante asco. una cosa es ser radical y otra el garrulismo con disfraz arty, de política bastante cuestionable (se venderá como progre, crítico o lo que sea, supongo) en que el supuesto distanciamiento le sirve para simplemente mostrar lo más bajo. por cosas de la distribución no llegará a ese público, pero a los maquinetas con bandera en el chándal les encantaría. lo difícil es hacer algo noble, amigos, ser un bresson, pero esto... no sé, me pregunto si esta estética llega a alguna parte o simplemente juega a la ambiguedad mientras se fascina con su objeto...

Little Turtle said...

hummm, es significativo que no se ponga Hundstage en la retrospectiva que se realiza en el circulo.

Losilla en el libro que tiene sobre seidl comienza cuestionando eso mismo que dices tu, hay una frase que se me quedo grabada “Porque me fascina Grosz y Seidl me asquea viniendo de la misma tradición”, pero lo bueno de Losilla es que va mas alla y hurga en sus propios miedos como espectador, con una modestia que para si quisieramos algunos. A partir de esas dudas indaga en porque seidl produce esas imagenes y como son reflejo de su epoca y de una tradicion heredera del kitsch y lo grotesco.

Su cine plantea el lenguaje como intransitividad, como simulacro que da forma a un mundo erróneo. Sus personajes provienen del orden social y suponen una amenaza, son la descripción subterránea de un universo en descomposición, un universo del que forma parte Seidl y al que no puede dar la espalda. Sus películas son y escenifican la teatralización de una existencia hueca recubierta de usos y costumbres.

Pienso que al igual que Jean Rouch cuando expresa “yo no soy el cineasta que hizo esas películas, son esas películas las que hicieron al cineasta”, Seidl quiere que la realidad que retrata se convierta en su propia realidad, pide a sus modelos que lo representen.”El pintor como en un espejo pasa a formar parte de su propio cuadro” en palabras de Losilla.

Anonymous said...

bueno, "hundstage" es la única peli que he visto de seidl, así que no puedo hacer un comentario global de la obra. si ves las demás podrás decirme si siempre inciden en lo mismo.
lo importante son las realidades que nos interesa "reflejar" (mejor convendría "analizar") y cómo. "Sus películas son y escenifican la teatralización de una existencia hueca recubierta de usos y costumbres." - si analizara cuales son las estructuras sociales etc. que producen esa existencia, su entramado conceptual, los procesos que configuran a esos personajes, cómo funcionan esos usos y costumbres... quzá resultaría más valioso.
no se trata para mí de un problema de miedo como espectador (me falta modestia, si quieres), sino de un problema de la estilística que está en juego. de si su estrategia expositiva no refuerza aquello que supuestamente critica (si es esa la pretensión). Si "Seidl quiere que la realidad que retrata se convierta en su propia realidad" entonces tenemos un problema (¡ojalá Seidl fuera más como Rouch!). Si se trata de exponer ciertos fenómenos sin hacer sobre ellos un juicio de valor , quizá también, en menor medida. Porque si lo que se dice es "hay esto", se puede replicar; "¿y qué?". no es que quiera que me lo den mascado o que me impongan una interpretación - le estoy pidiendo una postura moral al cineasta, un posicionamiento que la disposición retórica de "hunstage" elude. será un prejuicio mío...
además no olvidemos que "hundstage" es una construcción y que sus personajes van a hacer lo que él quiera... vaya, que no "refleja" ninguna "realidad". una "realidad" de ese tipo puedo ir a vivirla cuando quiera, nos la cruzamos continuamente, no hay que ir al cine para eso. la actitud de seidl (que no sé qué extracción social tiene, pero no creo que importe, su rol como cineasta y su nicho de mercado están claros) es la del burgués que va a los barrios bajos a ver qué hace el "lumpen". y lo "refleja" para que otros burgueses lo disfruten tranquilos. morbillo y complacencia que mira por encima del hombro.
"Su cine plantea el lenguaje como intransitividad, como simulacro que da forma a un mundo erróneo" - si no te importa, me gustaría que me descodificaras esa frase...

Little Turtle said...

"El desenfoquista sera el comunicador de nuestra era"

No me parece muy justo lo que dices y quisiera matizar ciertas cosas que simplificas un poco.

(Realidades)
El cine de Seidl descubre las ruinas que asolan un modelo de Europa que ha desaparecido tras la caída del muro. La realidad es aquella que tiene frente a sus ojos, una Viena modelo del bienestar que "exorciza el paso del tiempo mediante el simulacro y la liturgia del rito social". Lo que vemos es una ausencia de tiempo, un no lugar. Viena supone los miedos de la moderna Europa, aquello que cualquiera puede ver si se sitúa en barrios como carabanchel o ciudades como alcorcon o getafe. Una realidad que se muestra como retrato, sin tener que ir mas alla de lo que nuestro ojo percibe, la habitación, las fotos, los objetos, la televisión... no hace falta mostrar una estructura social para darnos cuenta de su desestructura.

(Estrategia)
Quizas el cine ha cambiado mucho, o ha tomado muchos caminos, esa puede ser la manera de explicar una toma de posición mas frontal, alejada de un guerin, un costa o unos gianikian-ricci. Y que no critica o juzga a priori lo que tiene delante. Pues lo que muestra es un presente confuso que el también habita. Las respuestas no están dadas y es ahí donde su estrategia cobra vida: la incertidumbre.

(Rol)
No veo en su figura un tipo de cineasta estándar o que responda a las necesidades de un tipo de publico y menos burgués, una parte de sus películas están hechas directamente para televisión. Una parte de la critica digamos mas aburguesada, tipo el mundo o abc no traga con este tipo de cine y publicaciones como cahiers las ningunean. Tampoco creo que sea un cineasta hecho para unos pocos, en Madrid se han podido ver cinco de sus películas en diferentes foros, photoespaña, la enana marrón, reina sofia... y han tenido acceso a ellas gente como yo, sinónimo de clase media-baja, que ha visto a su alrededor una parte de ese paisaje mecanizado.

No me gusta ser categórico, pero considero que el cine de Seidl ofrece otras interpretaciones. creo que su postura es compleja y su discurso intenta retratar la contingencia cotidiana de un modelo social engullido por la globalizacion.

Anonymous said...

perdona mi enfatismo, a veces soy muy categórico a la ligera.

(realidades) - estoy de acuerdo con lo que dices. "no hace falta mostrar una estructura social para darnos cuenta de su desestructura." - la clave aquí sería "__nos", quién es ese "nosotros" que "se da cuenta". mi postura sería que esos son "los aventajados"... tú deduces esa desestructura a partir de los "facta" mostrados. podría tenerse otra respuesta muy distinta, por ejemplo, reir como un cafre. esa la tuvieron unos cuantos en el pase al que fui yo de "hundstage". corrigiendo un poco mi postura, tengo que decir que esa disparidad a quien retrata es al espectador, y eso me parece positivo. una ventaja de la "estética seidl" (para abreviar).

(estrategia) - bien.

(rol) - este es el apartado más interesante y donde realmente creo que debo corregirme. mi pseudo-crítica sociológica estaba bastante fuera de lugar. en cuanto a esa actitud de la "crítica digamos más aburguesada", pues muy mal por ellos. desde luego no quiero ser yo el que caiga en el mirar por encima del hombro burgués con el que me metía. a veces como espectador y consumidor de ciertos productos culturales (dicho sea así muy en general) me siento así como un esteta burgués y eso me repatea (problema mío), y tengo que decirme que no, que las discusines "estéticas" sí son importantes.
y precisamente esta pequeña discusión me está haciendo apreciar más a seidl. no es que ahora vaya a decir que es el cineasta "number one" así de repente, pero al menos tiene miga, eso no lo niego.

saludos.

Little Turtle said...

Don DeLillo sobre Thomas Bernhard "En su atlas del desprecio, la locura era funcion de la geografia. Ser austriaco era llevar a cuestas una despiadada memoria historica, un relato de fascismo y antisemitismo que, en su personal valoracion, venia a ser un equivalente de la locura"

Little Turtle said...

Carlos Losilla - La Caida del Imperio Europeo

Hace cuatro años escribí un libro titulado En busca de Ulrich
Seidl. La excusa, tan válida como cualquier otra, era la
retrospectiva dedicada por el Festival de Gijón a este
cineasta austríaco, premiado en el certamen del año anterior
por su primer largometraje de ficción, Hundstage. Ya
entonces me sorprendió su estilo agresivo, gélido y
displicente, que había despertado las iras de algún que otro
crítico con vocación de moralista, y que en mi caso provocó
un pequeño cataclismo en lo referente a mi modo de ver y
entender eso que llamamos “cine”. Algo estaba ocurriendo
cuando un director como aquél se atrevía a utilizar todas las
armas a su alcance no tanto para conocer el mundo como
para denostarlo. Pues Seidl, al contrario que la mayor parte
de sus coetáneos, no está interesado en redimir a sus
criaturas, ni mucho menos en apiadarse de ellas –aunque
casi siempre filme su sufrimiento con distancia y respeto—,
sino más bien en colocarlas en el límite, en empujarlas hasta
el borde de un abismo que es el de la contemporaneidad:
para él, la nueva Europa es una falacia, un sumidero en el
que se baten seres grotescos, condenados a la infelicidad y la
miseria por una tradición perversa y un presente sin salida.

Pues bien, más aún que en Hundstage, es en su segundo
largo argumental, Import/Export, donde Seidl demuestra que
el suyo no es un mundo que se mueva en una sola
dirección. Bregado en el documental, especializado en
estilizar la realidad hasta convertirla en pesadilla, el autor de
piezas tan bizarras como Models o Animal Love consigue
aquí lo impensable, a saber, delinear un fresco sobre la
historia europea reciente sin recurrir a la épica, ni a la
demagogia, ni mucho menos a la mera observación.
Cuando necesita echar mano de la realidad lo hace sin
pudor alguno, convocando una especie de mirada
hiperrealista que, de nuevo, indignará a quienes no soportan
que la pantalla muestre lo evidente: escenas de sexo más o
menos explícito, donde la sumisión femenina es el centro
alrededor del cual gira cualquier clase de intercambio; un
asilo para ancianos descrito sin ningún tipo de pudor e
ilustrado con rostros que parecen emerger de un lienzo de
Francis Bacon; relaciones de clase que no atienden a sutileza
alguna, pues lo que importa es dejar en evidencia sus
mecanismos puramente feudales y esclavistas… Y, cuando
interviene la ficción, el modelo son las películas de “vidas
cruzadas”, pero sin la autoconmiseración indecente de
propuestas como Babel o Crash: aquí se trata de dos
existencias que nunca llegarán a interactuar, pero que
podrían hacerlo, pues su trayectoria dibuja sendos itinerarios
a la vez inversos y paralelos. En uno de ellos, una muchacha
ucraniana que trabaja como enfermera en su país se ve
impelida a emigrar a Viena, donde descenderá por los
círculos del infierno social en una imparable decadencia. En
el otro, un vienés que intenta ser guarda de seguridad en su
ciudad termina viajando a través de la otra Europa, de
Eslovaquia a Ucrania, pateándose en una camioneta
desvencijada los mismos paisajes nevados que su
desconocida alma gemela.

No hay música posible para este mosaico imperturbable de
la globalización en su estadio menos autosatisfecho, como si
los líderes de la Europa unida nos estuvieran contando, de
una vez por todas, las verdades que se empeñan en ocultar.
Y, por lo tanto, también están ausentes la autosuficiencia
estética, el empeño artístico o la corrección estilística, como
tampoco aparece por ninguna parte la corrección política.
Seidl habla de coños de alquiler, viejos que agonizan en un
antro de mala muerte y, en medio de todo ello, un par de
muchachos que pasan por allí sin otro ánimo que el de
sobrevivir. Otra cosa es cómo se cuenta todo eso, a veces
utilizando el kitsch como revulsivo, otras dejando que la
cámara se detenga largamente en aquello que apenas
soportamos ver por un instante, o bien instalándose en el
corazón de una angustia que late sin cesar de un extremo a
otro del continente, aunque todo el mundo actúe como si
eso no existiera. Pues bien, así es el cine de Ulrich Seidl:
lacónico e imperativo, nos agarra del cuello para que
dirijamos nuestra mirada hacia donde él, previamente, ha
señalado con el dedo. Y nuestra única opción es bien simple,
pues sólo puede consistir en aceptarlo tal como es u
olvidarnos de él.