EVAN PARKER CHICAGO SOLO (1995, OKKA DISK)
A falta de viajes y de poder observar si el viento japones agita las banderas como en Ran, siempre tendremos a Evan parker. El viento como realidad tangible de la belleza del tiempo, un momento que aparece y desaparece a nuestro antojo.
Gilles Deleuze carta a Serge Daney:
"Usted necesitaba “verlo” de cerca. Por eso se hizo periodista, para Libération, sin abandonar su afinidad con los Cahiers. Y, dado que una de las razones más interesantes para hacerse periodista es el deseo de viajar, compuso usted una nueva serie de artículos críticos mediante investigaciones, reportajes y desplaza-mientos. Pero, también en este caso, lo que hace de este libro un auténtico libro es que todo gira alrededor de este problema convulsivo con el que terminaba La rompe en un tono algo melancólico. Quizá toda reflexión acerca del viaje comporte cuatro notas, la primera de las cuales procede de Fitzgerald, la segunda de Toyn-bee, la tercera de Beckett y la cuarta de Proust. La primera es la constatación de que el viaje, incluso a las islas o a los espacios inmensos, no acarrea una auténtica “ruptura” si uno se lleva consigo su Biblia, sus recuerdos infantiles y su discurso ordinario. La segunda es que el viaje persigue un ideal nómada, pero a modo de un deseo ridículo, ya que el nómada es, bien al contrario, el que no se mueve, el que no quiere irse y se aferra a su tierra desheredada o región central (usted mismo dice, a propósito de una película de Van der Keuken, que ir hacia el sur implica necesariamente cruzarse con aquellos que quieren quedarse donde están). Y es que, según la tercera nota, la más profunda, la de Beckett, “no viajamos, que yo sepa, por el mero placer de viajar: somos mentecatos, pero no hasta ese punto”… ¿Por qué razón, entonces, si no es para verificar algo, algo inexpresable que proce-de del alma, de un sueño o de una pesadilla, aunque no sea más que el deseo de saber si los chinos son tan amarillos como dicen o si existe realmente al sur ese improbable color, ese destello verdoso, esa atmósfera azulada y purpúrea? El verdadero soñador, decía Proust, es el que va a verificar algo. Y, por su parte, lo que usted quería verificar en sus viajes es que el mundo hace efectivamente cine, que no deja de hacerlo, y que la televisión es precisamente eso, la cinematografía del mundo entero: aunque, ciertamente, viajar es ir a ver “a qué momento de la historia de los media” pertenece tal ciudad. De ahí su descripción de Sao Paulo, la ciudad-cerebro que se autodevora. Ha llegado usted a ir al Japón en busca de Kurosawa para verificar cómo el viento japonés agita las banderas de Ran; pero, como ese día no hacía viento, constata usted en su lugar miserables eolios que —¡milagro!— añaden a la imagen ese suplemento interior indestructible, en suma, esa belleza o ese pensamiento que la imagen conserva porque no existe sino en la imagen, porque la imagen los ha creado." Conversaciones
Texto recitado por Miriam el dia 5 de diciembre en la casa del libro a las 8 de la tarde antes de su robo.
Gilles Deleuze carta a Serge Daney:
"Usted necesitaba “verlo” de cerca. Por eso se hizo periodista, para Libération, sin abandonar su afinidad con los Cahiers. Y, dado que una de las razones más interesantes para hacerse periodista es el deseo de viajar, compuso usted una nueva serie de artículos críticos mediante investigaciones, reportajes y desplaza-mientos. Pero, también en este caso, lo que hace de este libro un auténtico libro es que todo gira alrededor de este problema convulsivo con el que terminaba La rompe en un tono algo melancólico. Quizá toda reflexión acerca del viaje comporte cuatro notas, la primera de las cuales procede de Fitzgerald, la segunda de Toyn-bee, la tercera de Beckett y la cuarta de Proust. La primera es la constatación de que el viaje, incluso a las islas o a los espacios inmensos, no acarrea una auténtica “ruptura” si uno se lleva consigo su Biblia, sus recuerdos infantiles y su discurso ordinario. La segunda es que el viaje persigue un ideal nómada, pero a modo de un deseo ridículo, ya que el nómada es, bien al contrario, el que no se mueve, el que no quiere irse y se aferra a su tierra desheredada o región central (usted mismo dice, a propósito de una película de Van der Keuken, que ir hacia el sur implica necesariamente cruzarse con aquellos que quieren quedarse donde están). Y es que, según la tercera nota, la más profunda, la de Beckett, “no viajamos, que yo sepa, por el mero placer de viajar: somos mentecatos, pero no hasta ese punto”… ¿Por qué razón, entonces, si no es para verificar algo, algo inexpresable que proce-de del alma, de un sueño o de una pesadilla, aunque no sea más que el deseo de saber si los chinos son tan amarillos como dicen o si existe realmente al sur ese improbable color, ese destello verdoso, esa atmósfera azulada y purpúrea? El verdadero soñador, decía Proust, es el que va a verificar algo. Y, por su parte, lo que usted quería verificar en sus viajes es que el mundo hace efectivamente cine, que no deja de hacerlo, y que la televisión es precisamente eso, la cinematografía del mundo entero: aunque, ciertamente, viajar es ir a ver “a qué momento de la historia de los media” pertenece tal ciudad. De ahí su descripción de Sao Paulo, la ciudad-cerebro que se autodevora. Ha llegado usted a ir al Japón en busca de Kurosawa para verificar cómo el viento japonés agita las banderas de Ran; pero, como ese día no hacía viento, constata usted en su lugar miserables eolios que —¡milagro!— añaden a la imagen ese suplemento interior indestructible, en suma, esa belleza o ese pensamiento que la imagen conserva porque no existe sino en la imagen, porque la imagen los ha creado." Conversaciones
Texto recitado por Miriam el dia 5 de diciembre en la casa del libro a las 8 de la tarde antes de su robo.
2 comments:
Está claro, creo que está claro, que Deleuze nos toca. Que es bello (increíblemente bello, hasta el delirio y la desesperación y el echarse a la calle) y complicado. Me toca, te toca, en todos los sentidos. Nos sacude y al mismo tiempo está cediéndonos turno. Hay que ocuparse, Brian. Como la tarde del cinco de enero tarde de gracia de acá para allá con la sonrisa criminal en Madrid.
glups!
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